3. CONCLUSIONES: PASEAR POR LA CIUDAD, OTRA VEZ.

En España, pocos pensadores han reflexionado tanto sobre la figura del transeúnte o sobre las “enunciaciones peatonales” y las “retóricas caminatorias” como Manuel Delgado (2007). En diálogo con Jean-François Augoyard (1979), el antropólogo nos recuerda que caminar es dramatizar identidades (con sus gestos, sus movimientos, sus coreografías…), “emitir un relato”, construirlo a través del desplazamiento, a veces en contra de aquellos que preferirían no salirse de los límites de la no-ciudad (de la movilidad accedemos a la movilización frente a cualquier intento de control social); caminar es también, como diría Thoreau, pensar (y esto convierte al caminante en una suerte de filósofo amateur) al mismo tiempo que se toma posesión de un sitio que ya no nos pertenece. Pero el paseante es además un creador de tramas que de algún modo poetiza la realidad con su “elocuencia geométrica” (Delgado, 2007: 71), con la configuración de una geografía imaginaria que recoloniza los espacios, los hace visibles, los recarga de memoria y emociones. Caminar, sentir, compartir, con-vivir, finalmente.

Numerosos escritores contemporáneos, como Claudio Magris o W. G. Sebald, se han sentido identificados con esta tradición del artista paseante, y entre ellos cabe destacar también al autor barcelonés Enrique Vila-Matas, con quien queremos terminar estas páginas. En su obra son constantes las referencias a Robert Walser, a los paseos situacionistas y también a los trabajos ya mencionados de Sophie Calle, quien llega a aparecer, convertida en personaje, en algunos de sus relatos.

Aunque en un primer momento pueda parecer que incluir en este trabajo una experiencia que no procede estrictamente ni del teatro ni de la performance se sale de la temática del artículo, no hemos querido dejar de hacer mención a una acción como la llevada a cabo por el propio Enrique Vila-Matas en la feria de arte alemana Documenta 13. Y no hemos querido dejar de hacerlo por dos motivos fundamentales: en primer lugar, porque, tal y como apuntan Erika Fischer-Lichte (2011) y Joseph Danan (2013), las relaciones entre texto y performance –o entre escritura y acción– son más complejas de lo que una visión anti-textualista de la performance pueda sugerir, una complejidad que ha ido en aumento con el paso de los años. Cada vez hay más performances que emplean texto y cada vez más escritores que se plantean el valor performativo de su escritura. Creemos que el trabajo literario de Vila-Matas (o, más generalmente, su trabajo artístico) forma parte de esta tendencia o, dicho en palabras de la propia Fischer Lichte, del “giro performativo” que afecta a distintas artes desde los años sesenta. En segundo lugar, no hemos querido prescindir del análisis de esta experiencia porque, además de dicha afinidad con el arte de la performance, Vila-Matas es un autor que revisita la tradición de los escritores peripatéticos, lo que conecta también con el interés específico de nuestro trabajo por el tema del paseo y los paseantes urbanos.

La acción tuvo lugar en la ciudad alemana de Kassel entre el 11 y 16 de septiembre de 2012. Con motivo de la feria Documenta 13, que se celebra en dicha ciudad cada cinco años desde 1955, Carolyn Christov-Bakargiev y Chus Martínez, responsables de la muestra, invitaron a una serie de escritores, entre ellos el propio Enrique Vila-Matas, a que participaran. No obstante, era una invitación un tanto insólita, pues no se esperaba de ellos que interactuaran con el público o firmaran sus libros, sino que, en calidad de “Writer in residence”, debían acudir a un restaurante chino en las afueras de la ciudad para escribir a la vista de todo el mundo. Lo que se les pedía, en otras palabras, es que se convirtieran en una instalación artística viviente, una pieza más de la gran feria de arte. Hay que mencionar que, fruto de aquella experiencia, nació el libro de Vila-Matas Kassel no invita a la lógica, publicado en la editorial Seix Barral en febrero de 2014.

Lo cierto es que al restaurante chino de las afueras de Kassel acudieron muy pocos lectores para encontrarse con Enrique Vila-Matas, lo que no deja de tener un lado cómico y teatral que él mismo ha explotado en la novela. En todo caso, lo interesante de esta acción es que también conecta con la tradición peripatética en la que se enmarca nuestro trabajo, pues los paseos que dio por la ciudad alemana tienen una importancia central tanto en el libro que publicó como en los materiales que fue subiendo a su página web. Paseos filosóficos y artísticos, pues en su vagabundear por la feria Vila-Matas fue encontrando distintas instalaciones artísticas que comenta y sobre las que reflexiona: el libro que leemos acaba siendo un relato de su visita –su recorrido– por la gran exposición de arte que es la Documenta.

En definitiva, el paseante vilamatiano nos lleva a encontrarnos de nuevo con el lector barthesiano que nombrábamos al inicio de estas páginas, aquel que salía a la calle para descifrar el poema que la ciudad le ofrece. Como hemos visto, la performance y el teatro contemporáneo también nos invitan a menudo al paseo, a circular y a recorrer el espacio, invocando de este modo al caminante que todo espectador lleva dentro.