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NúM 6
4. EFEMÉRIDE
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40 Aniversario de la creación del Centro Dramático Nacional y de la puesta en escena de Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga, de José María Rodríguez Méndez


Por Cerstin Bauer-Funke
 

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Del drama a la puesta en escena: Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga en el Teatro Bellas Artes de Madrid (1978)

En efecto, con la puesta en escena de Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga, en el año 1978, por José Luis Gómez, con la escenografía de Carlos Cytrynowski, sí ha sido posible oir este grito de protesta de Rodríguez Méndez, aunque fue muchos años más tarde.

Gracias a la grabación del espectáculo completo, podemos hoy en día apreciar este estreno significativo de Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga. Es una creación artística congenial porque logra captar la esencia de la reflexión temática, poética y estética del dramaturgo expuesta anteriormente. Los diversos aspectos que definen el “teatro popular” como lo ha entendido Rodríguez Méndez, se han realizado de manera perfecta.

En efecto, los distintos espacios dramáticos de la obra se desarrollan aquí en una escenografía que sirve de manera perfecta para recrear el contexto político-social de la acción ambientada en el 1898. Pero, a diferencia de la pieza, que propone una succesión de distintos espacios, se utiliza en la puesta de escena de Gómez un decorado único dentro del cual se desarrollan las siete estampas y el epílogo. En cada estampa, algunos muebles y accesorios sirven para transformar la escena e indicar el nuevo lugar de la acción, como el parque del Retiro o el cuarto de la caja fuerte del Casino. Las estampas se siguen en esta puesta en escena sin transiciones; tan solo hay una ruptura bastante fuerte después de la escena en el parque del Retiro de la cuarta estampa, cuando cae el telón para cortar la obra en dos partes, lo cual no se encuentra en el texto dramático. Tanto el decorado escénico como el vestuario son de la época de la Restauración, por lo cual concuerdan perfectamente con el momento histórico en el cual se desenvuelve la acción dramática: el año 1898.

Se nota durante toda la acción dramática, y sobre todo en la larga escena introductoria, que un objetivo de la labor artística de José Luis Gómez ha sido dar a cada uno de los personajes un carácter específico y significativo. Todos los actores presentes en el escenario siempre tienen una vida singular e individual, se mueven, actuan, cantan, etc. para representar un tipo específico del momento histórico, pero también para formar así el grupo homogéneo de la “España violada” (en: Medina Vicario, 1976: 81), con lo cual Gómez igualmente ha acertado en resaltar el significante papel de todos los personajes en tanto que representantes del pueblo humillado, pobre y desilusionado. En este sentido, Gómez asimismo ha logrado lo que Rodríguez Méndez quería proponer para el “teatro popular”: que el protagonista siempre sea el pueblo.

También es preciso añadir el empleo muy refinado de los sonidos: música, cantos, gritos de mujeres, los pájaros y las moscas del parque del Retiro en la cuarta estampa, el sonido de caballos que pasan en esta “calle céntrica y de poco tránsito, situada tras la elegante calle de Alcalá” en la quinta estampa, y al final el llanto de las mujeres después del fusilamiento del Pingajo. Sin embargo, Gómez no ha realizado el juego significativo con el paño la bandera: en su puesta en escena, las mujeres no cubren al final el cadáver del Pingajo con la bandera, con lo cual quita la fuerte carga simbólica que el dramaturgo había previsto.

El programa de mano que acompaña la puesta en escena es un documento muy importante e informativo, puesto que presenta y explica a los espectadores las ideas centrales tanto de la obra como de la puesta en escena. Explica, entre otros, los “cambios, alteraciones o incorporaciones de textos que aparecen en el presente montaje” y que encuentran sin embargo “el consenso del autor”. En las “Notas”, por ejemplo, se dan informaciones acerca de los personajes dramáticos, que serían en esta puesta en escena más bien “el lumpen de la época, un grupo de marginados y delincuentes desprovistos de toda oportunidad para salir de su situación”, lo que es muy bien ilustrado por la actuación de los distintos personajes que deambulan por el escenario durante toda la acción dramática. También es importante el artículo de José Monleón sobre “Comparsas y personajes”, en el cual destaca la labor del director para perfilar a sus personajes. De igual forma se explican la escenografía, es decir, el decorado único comentado arriba, luego el uso del sonido y los demás signos acústicos.

Para los investigadores de este evento teatral y cultural sobremanera importante también es imprescindible la prensa digitalizada que acompaña la puesta en escena, que comenta la obra y alabanza la labor del Centro Dramático Nacional. Dice Rodríguez Méndez el 20 de noviembre de 1978 acerca del estreno de su obra:

Me siento enormemente satisfecho de que se haya elegido una de mis obras más representativas para iniciar la vida de este Centro, que tantas esperanzas trae a la escena española […], y creo sinceramente que es sólo el principio de un proyecto mayor por recuperar una etapa de nuestro teatro, que permaneció mudo y olvidado en uno de los momentos más tristes de nuestra historia cultural (en: Bardón: 1978).

Tanto la grabación de la obra como el programa de mano y la prensa de la época hacen ver de manera magnífica que el teatro de Rodríguez Méndez efectivamente es “expresión social y cultural” (véanse Rodríguez Méndez, 1961 y 1966), que también es un “Teatro de documentación y denuncia sobre la explotación, corrupción y humillación del hombre por el despotismo brutal y no ilustrado. Más escuetamente podría definirse como “episodios nacionales dramáticos de la España violada” (en: Medina Vicario, 1976: 81). En efecto, Gómez ha captado perfectamente el espíritu y la esencia de la labor dramática de Rodríguez Méndez.

Muchos años más tarde, en el 1994, se ha otorgado el Premio Nacional de Literatura Dramática a José María Rodríguez Méndez para su pieza El pájaro solitario (1975), evento que el mismo dramaturgo comentó con las siguientes palabras: “Me premian, luego existo” (en: Pedrero, 1994: 7).

Sí, esto es verdad, y existe a través de sus obras todavía hoy en día, en el año 2018, para que podamos celebrarlo.

 

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