El director, dramaturgo y educador catalán Adrià Gual (1872-1943) fue una figura clave en el desarrollo del teatro modernista. Su concepto de teatro como síntesis artística refleja el de otros innovadores europeos y prepara el camino para la renovación del teatro en Cataluña y en España en general. El aspecto visual es un elemento significativo de su aproximación, y es reflejada en sus figurines y sus ilustraciones para las ediciones de sus obras teatrales2. Al mismo tiempo, la música jugaba un papel importante en algunos de los montajes de Gual. Era colaborador con l’Associació Wagneriana de Barcelona y paladín de la música popular tradicional catalana, así como defensor acérrimo de un teatro de alta calidad. Estaba muy poco satisfecho con el nivel general de la oferta teatral en Barcelona, la cual consideraba vulgar y populista. Gual juzgaba esencial una reforma profunda, que abarcara todos los aspectos de la producción.

Había otros innovadores españoles que compartían la insatisfacción de Gual con el estado de su teatro, dominado por consideraciones comerciales, la supremacía del primer actor o primera actriz, una iluminación defectuosa, una escenografía anticuada y edificios que necesitaban renovarse. Sin embargo, sería peligroso suponer que, a principios del siglo XX, España era un páramo cultural comparado con el resto de Europa por lo que a su teatro se refiere. Sólo cabe leer el análisis de Martin Esslin del estado del teatro londinense de la misma época, dominado según este crítico por los poderosos primeros actores/directores de las compañías teatrales, que hacían caso omiso de las innovaciones recientes en el teatro europeo:

But in London the scene was still dominated by a breed of powerful actor-managers who continued the traditional approach to production, an antithesis to the new concepts advocated by Craig or Appia, and practised by Stanislavski or Reinhardt. While new ideas of scenery and lighting made themselves felt in this actor-manager-dominated theatre, the emphasis still remained on the leading player and there was much less of a unitary concept behind productions. (Esslin, 1995, 371).

Aunque otros profesionales y críticos del teatro español eran igualmente conscientes de las últimas tendencias del teatro europeo, Gual era único en España ya que puso en práctica en una fecha relativamente temprana algunos de los preceptos que ganaban terreno en otros países, especialmente los del teatro simbolista. Como miembro activo del grupo Teatre Íntim, Gual dirigió montajes de sus propias obras y las de sus coetáneos catalanes, españoles y extranjeros. No sería injusto comparar el Teatre Íntim con empresas semejantes en otros países europeos como el Théâtre de l’Œuvre de Lugné-Poë en París o el Teatro de Arte de Moscú por su calidad y ambición.

Los aspectos visual y musical son solamente dos elementos –aunque sean primordiales– del concepto típicamente modernista de Gual, según el cual el discurso y el papel del actor son subordinados al conjunto. Lo visual consistía en la escenografía, la indumentaria y la iluminación. A partir de los últimos años del siglo XIX estas estaban más desarrolladas en Barcelona que en Madrid, en buena parte debido al movimiento modernista catalán, que otorgaba gran importancia a lo visual y que favorecía una industria artesanal autóctona. Un producto de esta es Manuel Fontanals (1893-1972), un diseñador teatral típicamente modernista, que aprendió su oficio en los talleres del conocido arquitecto y político Josep Puig i Cadafalch (1867-1956). Fue la Barcelona modernista, con su marcado carácter artesanal, la que le dio a Fontanals la experiencia práctica necesaria para su carrera de escenógrafo, aunque fue en el Teatro Eslava de Martínez Sierra que llegó a su plenitud. Además de escenógrafos catalanes de la talla de Fontanals, la escena barcelonesa de principios del siglo XX se benefició de la presencia en la ciudad de varios escenógrafos extranjeros, como por ejemplo el alemán Siegfried Burmann (1890-1978) y el uruguayo Rafael Barradas (1890-1929). De joven, el mismo Gual estudió pintura y dibujo en la academia del pintor Pere Borrell3.

La commedia dell’arte, como es bien conocido, surgió en Italia durante el Renacimiento. Originariamente un teatro cómico, el género sufrió cambios importantes cuando sus compañías itinerantes se trasladaron a otros países europeos, sobre todo Francia, done se pulió y se extendió a otros géneros artísticos, entre ellos la pintura y la poesía. Pierrot se convirtió en la figura emblemática de la poesía romántica y simbolista francesa, un ajeno solitario y frustrado4.