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NúM 6
1. MONOGRÁFICO
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1.8 · ESTRATEGIA DE ANTONIO BUERO VALLEJO PARA LA HISTORIA ORAL:
DESMANTELAMIENTO DEL MECANISMO IDEOLÓGICO DEL ESTADO EN LA DOBLE HISTORIA DEL DOCTOR VALMY


Por Junko Okamoto
 

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NARRACIONES INTRINCADAS E IDEOLOGÍA DEL ESTADO

Como señala Jordan, la narrativa de Valmy contiene las narraciones de Daniel y Mary. La de Mary abarca también su sueño y la historia de Danielito contada por la Abuela. La estructura de narraciones de esta obra es muy intrincada y por eso podemos interpretar la obra desde muchos puntos de vista. Ahora estudiamos unas narraciones minuciosamente y aclaramos la ideología del Estado oculta.

 

Narración de la Abuela

La Abuela, madre de Daniel, cuenta a su nieto Danielito la historia de Danielito. Esta historia no es sobre su nieto, sino sobre su hijo, a quien se la contaba con frecuencia cuando era pequeño. Aquí vamos a citar una parte:

ABUELA.- [...] Pues, verás: érase que se era un niño pequeñito, más bonito que el sol, que se llamaba... ¡Danielito! (Ríe.) ¿Ya sabes tu nombre, picarón? ¡Si no me refiero a ti, tonto, si es el cuento que yo le contaba a tu papá! (Suspira, en otro tono.) Ay, Dios mío. Pues verás: Danielito tenía una mamá que lo adoraba. Bueno: una abuelita. Y decía su mamá: mi Danielito se hará fuerte y grande como un capitán. Y Danielito sonreía. Y como es tan guapísimo, todas las nenas se volverán locas por él. Y como es tan buenísimo, todos querrán ser sus amigos. (Suspira.) Ay, Dios mío. Y como es tan listísimo, cuando crezca el bigote será la alegría de su mamá viejecita y los dos visitarán todos los países de este mundo hermoso, y los recibirán gritando: ¡Viva el gran Danielito! Y Danielito sonreía... [...] (57-58).

Esta narración de la Abuela constituye una ficción de cierto tipo de incesto, de la madre que sueña viajar con su hijo como novios. Su hijo ahora sufre de impotencia sexual y la causa principal es la acción de torturar a un detenido. Pero considerando el amor extraordinario de su madre hacia él, su impotencia puede insinuar la castración por remordimiento moral de incesto.

Cuando la Abuela cuenta esa historia de Danielito, ¿por qué suspira y dice “Dios mío”? Podemos suponer que la causa es su nuera Mary. La Abuela siente rivalidad hacia ella y se pone desagradable cuando los esposos se llevan bien. Es decir, la envidia hacia su nuera le hace suspirar. No obstante, tenemos que recordar que esta escena está basada en lo que ha contado Mary a Valmy. Así se puede decir que Mary se da cuenta del amor incestuoso de la Abuela hacia Daniel y de sus celos.

Sigamos pensando en los suspiros insertados durante la historia de Danielito. Se pueden interpretar como expresión del dolor de la Abuela, quien se angustia por la discrepancia entre el éxito ejemplar en su cuento y la realidad. Ciertamente, ya sabe que su hijo tortura a criminales políticos y que, por consiguiente, está muy acorralado. Sin embargo, la Abuela nunca habla de ese asunto y se pone sorda cuando alguien lo hace. Ella es la que hizo a su hijo trabajar en la Policía por razones económicas y seguramente le atormenta la conciencia. Por eso mismo intenta cerrar los ojos a la realidad. Su huida de la realidad se expresa por el jingle publicitario de analgésico “Finus”, que canturrea con frecuencia.

Una tableta Finus tomará
y a reírse del dolor aprenderá...
El mundo es feliz porque Finus llegó
como un hada y su dicha le dio... (62).

Jordan señala que “es una droga precisamente para aliviar dolor y metafísicamente para paralizar el proceso de pensar y la conciencia. Entonces, la Abuela parece repetir ese jingle inconscientemente, pero en realidad lo utiliza como mantra, que simboliza su determinación de liberar su mente y su conciencia de las memorias molestas, responsabilidades y la realidad exterior” (Jordan, 1995, 37).

Después de torturar a Marty, Daniel se queda impotente, siempre está pálido y preocupado. Observando que su hijo se encuentra mal, la Abuela le da una tableta de Finus, analgésico que sirve para aliviar dolor temporalmente pero no para curar su causa. La Abuela prefiere no relacionarse con el problema de su hijo ni con los de la sociedad y evita enfrentarse a la realidad. Repitiendo el cuento viejo de Danielito y el jingle de Finus, paraliza el sentido de culpabilidad.

Entre los aparatos ideológicos del Estado7 que propone Althusser, hay un aparato de información. Explica que “el aparato de información atiborra, por la prensa, radio, televisión a todos los ‘ciudadanos’ con dosis diarias de nacionalismo, chovinismo, liberalismo, moralismo, etc.” (Althusser, 194). Se puede aplicar esa teoría a Daniel. Se exalta con la noticia de que su país pone en órbita su estación espacial, y justifica su trabajo como una gran contribución a la prosperidad del Estado. Por el contrario, este aparato no funciona con la Abuela. Solo lee en el periódico sucesos y programación televisiva y le gusta ver el culebrón en su habitación. Eagleton hace una indicación muy interesante:

Muchas personas dedican la mayor parte de su tiempo de ocio a ver la televisión; pero si el ver la televisión beneficia a la clase dominante, no puede ser principalmente porque contribuya a transmitir su propia ideología al dócil populacho. Lo importante desde el punto de vista político de la televisión probablemente es menos el contenido ideológico que el acto de contemplarla. El ver la televisión durante largos períodos de tiempo confirma funciones pasivas, aisladas y privadas de las personas, y consume mucho más tiempo del que podría dedicarse a fines políticos productivos. (Eagleton, 2005, 59).

Y concluye que “[e]s más una forma de control social que un aparato ideológico” (Eagleton, 2005, 59). La Abuela, más que dejarse dominar por la ideología del Estado, deja de pensar; probablemente porque considera que lo mejor es no oponerse contra la ideología. Así, la Abuela intenta escapar de la realidad de una manera u otra; mientras la pareja burguesa la niega sin duda alguna. Ellos son vecinos de la familia Barnes, y reconociendo eso aseguran que ninguna cosa trágica le ha pasado a la Barnes y niegan la narrativa de Valmy. Tal vez al principio desviaba la vista con intención, y con el transcurso del tiempo llegaría a desmentir la realidad inconscientemente.

Valmy dice que es una locura vivir sin aceptar la realidad tal como es; sin embargo, hay épocas en las que no se puede llamar así a la locura. El diagnóstico de Valmy expresa la lamentación de Buero:

DOCTOR.‒ [...] Sí; pues, en definitiva, ¿podía diagnosticárseles un desequilibrio mental porque ninguno de los dos admitiese la realidad de los sucesos que acabo de relatar? En nuestro extrañísimo mundo, todavía no se puede calificar a esa incredulidad de locura. Y hay millones como ellos. Millones de personas que deciden ignorar el mundo en que viven. Pero nadie les llama locos. (131).

La Abuela y la pareja igualmente deciden obedecer al Estado, aunque hay diferencia entre ellas: la huida y la negación. Se puede decir que la Abuela y la pareja burguesa son cómplices de un Estado que practica la tortura, porque “no es simplemente cuestión de imponer ideas desde arriba sino de asegurar la complicidad de clases y grupos subordinados” (Eagleton, 2005, 54).



7 Althusser dice que “podemos, por el momento, considerar como aparatos ideológicos del Estado a las siguientes instituciones (y el orden en que las enumeramos no tiene significación especial alguna):

  • Los aparatos ideológicos del Estado religiosos (el sistema de las distintas iglesias);
  • Los aparatos ideológicos del Estado escolares (el sistema de las distintas “escuelas” públicas y privadas);
  • Los aparatos ideológicos del Estado familiares;
  • Los aparatos ideológicos del Estado jurídicos;
  • Los aparatos ideológicos del Estado políticos (el sistema político, sus distintos partidos);
  • Los aparatos ideológicos del Estado sindicales;
  • Los aparatos ideológicos del Estado de información (prensa, radio, televisión, etcétera);
  • Los aparatos ideológicos del Estado culturales (literatura, bellas artes, etcétera)”. (Althusser, 190).

 

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