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En términos generales y por lo que respecta a los locales teatrales de Madrid y Barcelona, debe consignarse su rápida integración en la situación creada tras el triunfo militar de las tropas nacionales: más allá de la supresión de nombres representativos de algunos locales (en Madrid, sucede así de forma efectiva con los teatros Ascaso, Barral, García Lorca o Joaquín Dicenta), llama la atención cómo, pasadas dos o tres semanas desde las respectivas tomas militares de ambas ciudades,  las dos carteleras muestran ya el grueso de su aspecto a falta de algunos teatros que demoran su actividad en varios casos por la necesidad de reformas o reparaciones (el Urquinaona o el Liceo en Barcelona, el Coliseum en Madrid): como ejemplos de tal celeridad, valga decir que si las primeras representaciones en Madrid, solo tienen lugar en tres espacios teatrales (El divino impaciente en Fontalba, un espectáculo de variedades de Pompoff y Thedy en el Maravillas, y la revista Mujeres de fuego, en el Martín) hacia finales de abril la cartelera recoge ya la programación en al menos una decena de locales; y en Barcelona, que arranca en febrero con unos pocos teatros –Circo barcelonés, Teatro Barcelona, Poliorama, Victoria y Tívoli- en poco más de dos meses contará en su cartelera aproximadamente con catorce locales, esto es, lo que podría considerarse como la nómina habitual de locales activos en Barcelona a lo largo de la inmediata posguerra.

Es el punto de partida desde el que cada teatro buscará, según su trayectoria histórica y las exigencias del presente, una programación de éxito: en Madrid, el Teatro Eslava incorpora las comedias más frívolas de la compañía Ozores/Puchol,  a las más delicadas de Bassó y Navarro. El Español, adjudicado a Manuel Herrera Oria, ofrece una programación muy variada donde tiene cabida el teatro infantil, las comedias auspiciadas por Nini Montian, el teatro alcance patriótico, las comedias andaluzas, recitales de todo tipo…; el Martín opta por el teatro de revista con una compañía de más de cincuenta artistas encabezadas por la supervedette Maruja Tomás; el Pavón se decanta por una programación preferentemente lírica y musical (aunque no desecha alguna comedia de éxito) en la que tiene cabida desde la zarzuela a la revista, desde el sainete lírico al espectáculo de variedades con cantantes de importancia. Programación heterogénea que provoca en algún caso la censura de la crítica: alguno llega a calificarlo como “teatro de barrio” que recoge los residuos de todos los teatros del Centro; mientras, en Barcelona, el Poliorama, por ejemplo, se especializa en comedias que ya han gozado del favor del público en Madrid  sobre todo de la mano de las compañías de Casimiro Ortas y María Bassó/Navarro; por su parte el Barcelona, opta principalmente por las compañías, con distintos repertorios. de Tina Gascó y Fernando Granada, de López Somoza, de Ladrón de Guevara o de Ricardo Calvo; el Principal, por su parte, programa, junto a algunas comedias de éxito popular garantizado, una larga serie de zarzuelas protagonizadas casi siempre por la compañía de Marcos Redondo u otros espectáculos musicales encabezadas por Maruja de Aragón o Fuensanta Lorente: por su parte, el Liceo, junto a unas cuantas óperas, abrirá sus puertas a La santa virreina, de Pemán, “libre ya de aquella atmósfera mefítica en que lo habían envuelto los rojos, reñidos encon cuanto significara puro y arte noble”, en palabras del crítico de La vanguardia.