José Tomé¹⁴

1. Entiendo la escenografía como una herramienta de una ciencia inexacta como es el teatro. Cuando el espacio es capaz de expresar la metáfora de una obra y ayudar a contarla, creo que el espectador la acepta y va completando el discurso general, llegando incluso a sorprenderse por la cantidad de combinaciones que este lenguaje puede realizar unido al resto de los lenguajes. A lo largo de mi carrera he podido comprobar que el público, cuanto más teatro conoce, es más capaz de disfrutar de propuestas diferentes, pero, en los últimos años hay una cierta tendencia a volver al realismo, lo que implica una pérdida del riesgo necesario para el teatro.


2. Cada espacio necesita ser transitado de una manera diferente. En una escenografía más naturalista, las direcciones y los significados son más explícitos para los actores. En un espacio vacío o en una escenografía de asociación, el trabajo es mayor para el actor, porque ha de crear un espacio poético, con múltiples significados.


3. No, no tengo un género predilecto.


4. Siempre he sentido como un éxito el poder representar una idea.


5. Me considero un escenógrafo de equipo. Cada obra pide un mundo para ser contada desde el espacio, al igual que las circunstancias y el modelo de producción han sido diversos. Siempre he buscado no conformarme, indagar en nuevas propuestas en cuanto a formas y materiales y hacer una dramaturgia del espacio coherente con la dramaturgia general. Siento que los procesos de todos me han satisfecho porque me han enseñado algo.


6. Creo que son los demás, y no yo, quienes tendrían que hacer esa valoración.


7. Si hay un rasgo particular es el de trabajar muy cerca del director y de la dramaturgia de la función.


8. Mi predilección se inclina hacia los trabajos de grupo, donde hay un universo común y particular. Te cito un ejemplo: los espectáculos de La Zaranda siempre me han fascinado.


9. Al igual que el panorama del sector, atravesamos un momento difícil. Se ha invertido mucho en continentes y poco en contenidos. Me parece un momento adecuado para crear un tejido, en la creación escenográfica que responda menos a los encargos y más a las ideas.


10. -


11. Recuerdo un estreno de Romeo y Julieta, con Ur, en Córdoba (Argentina) [Fig. 24]. Al día siguiente se presentaron dos estudiantes y uno de ellos me dijo que si me gustaría ver lo que tenía en su puño cerrado. “Naturalmente”, le contesté. Al abrir la mano apareció una miniatura perfecta del cubo (el dispositivo escenográfico de la obra). Aún hoy me parece mágica la fascinación que a esas dos personas les había producido nuestro trabajo para pasarse toda la noche desvelados.