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NÜM 4

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1. MONOGRÁFICO

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1.2 · LOS ESCENÓGRAFOS HABLAN


Por Javier Navarro de Zuvillaga
 

 

Francisco Nieva10

  1. Al principio de mi carrera en España, ni los críticos hacían mención a la escenografía. Y el público en general no valoraba ese trabajo. Sólo alguna persona muy informada culturalmente nos puede dar cuenta de su complacencia. Yo me arriesgué mucho, jugando con el elemento sorpresa, basado en la evolución de las artes plásticas: surrealismo, expresionismo, abstracción, el arte de vanguardia, el Pop-art... He copiado mucho de aquí y de allá... Las sorpresas necesitan un cálculo y la colaboración de algún técnico especializado, un arquitecto, un ingeniero. Hay que asesorarse mucho y bien. En Cinderella, de Prokofiev, hice aparecer a personajes fantásticos por un tobogán, en la boca de una chimenea. Me fue necesaria la colaboración de un especialista en toboganes. Son cosas que no se pueden improvisar aleatoriamente. Sacar de un pozo un globo aerostático que se inflaba necesitó muchas consultas.

  2. A los actores, la escenografía les molesta, porque determina sus movimientos. Recuerdo que una simple rampa en El rey se muere indignaba al actor principal, que era Bódalo. He necesitado que los directores de escena me defiendan ante los actores. Y así lo hicieron José Luis Alonso y Marsillach, a quienes les estuve muy agradecido.

  3. La Ópera. La Ópera ha sido un terreno de experimentación escenográfica, por el nivel cultural y económico de las grandes instituciones operísticas.

  4. Mis dos primeros éxitos fueron El rey se muere, de Ionesco, y Pigmalión, de Bernard Shaw. En los dos arriesgué mucho y los directores me ayudaron. Mi relación con ellos era muy estrecha. Interminables conversaciones sobre la obra y la manera de enfatizarla al máximo. No sé si he tenido un último éxito, aunque me he esforzado mucho. El público estrenista de Madrid daba por descontado que yo serviría una escenografía espectacular y, luego, no me ha demostrado su aprecio particularmente. Este es un oficio muy desairado.

  5. El rey se muere fue un trabajo muy profundo y causa de mi amistad con Ionesco [Fig. 15]. David Lean me lo ensalzó mucho cuando estuvo trabajando en los Estudios Bronston de Madrid.

  6. Yo he compuesto una torre de chatarra para Después de la caída [Fig. 16], he hecho que el telón de boca se levante al revés, formando un toldo sobre los espectadores, también he hecho un escenario –una cárcel– del pasillo central. Todo esto, para Marat-Sade [Fig. 17]. Yo aporté la novedad de hacer del escenario “una caja neutra”, en la que cupiesen mutaciones varias, elementos simbólicos, huyendo del naturalismo. Me han inspirado mucho los teatros de Oriente, especialmente el NO japonés. Mi trabajo ha sido muy literario, de evocación exaltada de un determinado clima dramático. Y así lo demostré con la escenografía de Don Álvaro o la fuerza del sino, que no fue, precisamente, un éxito sino una gran frustración en mi vida. Todo, fruto de una oposición teórica en contra de Haro Tecglen, que le hizo en El País una crítica espantosa que ahuyentó mucho al público. También hice un trabajo muy singular para La señora Tártara, basado en un ex-libris modernista [Fig. 18]. También menospreciado muy explícitamente por el crítico vengativo. Mi admirado Boris Vian tuvo el valor de enfrentarse a la crítica de su tiempo y lo pagó muy ominosamente. Antes de su muerte pudo considerarse “un completo fracasado”. Yo me he considerado así muchas veces. Tener ideas muy concretas y radicales se paga caro.

  7. De simbolista-modernista. Muy apegado culturalmente a esa época del Arte, que ya presentía el surrealismo. Siento una gran admiración por Gordon Craig y sus inventos con la luz dirigida. Era genial, profético.

  8. Fabià Puigserver me sorprendió mucho y, sobre todo, su trabajo para el Lliure, de Barcelona. Fabià era un hombre muy culto. Gerardo Vera me ha parecido siempre un gran escenógrafo. Y, desde luego, José Hernández, de quien he requerido su colaboración en tres o cuatro de mis montajes.

  9. Lo veo mal, muy desinformado estéticamente, poco arriesgado y experimentalista. Son como decorados televisivos.

  10. -

  11. La escenografía para El nuevo inquilino, de Ionesco, molestó mucho a los tramoyistas y me lo demostraron con sus burlas. El carpintero jefe de Marsillach se convirtió en mi peor enemigo. También he tenido grandes diferencias con los realizadores, y me he hecho muy bien entender por los del cine.
  12. La escenografía y la dirección de una obra debiera ser el trabajo de una sola persona. Se trata del director artístico. Yo lo he llevado a cabo en el montaje de mis óperas. Los grandes directores o registas necesitan un fiel intérprete en su escenógrafo. Y quien mejor me ha interpretado a mí ha sido José Hernández.



10 A Nieva ya le he dedicado un espacio páginas atrás.

 

 

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