José Hernández⁷

1. El público, en general, suele apreciar una escenografía cuando ésta ha sido bien ideada y bien realizada. Yo he asistido alguna vez a estrenos en los que se ha llegado a aplaudir nada mas alzarse el telón. Es verdad que estas cosas no ocurren ahora con frecuencia, pero no deja de ser un dato en el momento de hacer balance. También es cierto que la tecnología ha aportado nuevos métodos que, poco a poco, han ido modificando los criterios de valoración, en algunos aspectos, yo diría que para mejor.


2. Generalmente, cuando se proyecta un decorado han de tenerse en cuenta muchos factores, entre ellos el de evitar impedimentos físicos que impidan la acción, de ahí que nunca haya tenido problemas con los actores. De todas formas, es infrecuente que este tipo de conflicto se produzca entre actores disciplinados. Otra cosa es que una vez instalada la escenografía se proceda a hacer ciertos ajustes de algo surgido a lo largo de los primeros ensayos.


3. Naturalmente que tengo preferencias. Prefiero aquellas obras que tengan relación o afinidades con mi trabajo propio de pintor. En este sentido he tenido mucha suerte porque en la mayoría de los casos se ha requerido mi colaboración, como escenógrafo o figurinista, en aquellos proyectos teatrales en los que predominan escenas de un cierto misterio o, mejor dicho, donde ha de crearse un espacio de atmósfera ciertamente inquietante no muy distinta a la que percibimos en ciertos cuadros históricos.


4. Hablar de éxito es algo que siempre me incomoda, quizás porque mis parámetros sean otros: yo prefiero hablar de satisfacciones. En este caso aún más, porque considero, repito, que mi aportación representa sólo una parte y no me veo separado de un espectáculo en el que han intervenido muchas personas con la misma idea de conjunto que he sentido yo. Al respecto puedo citar algunos trabajos que han tenido menor o mayor aceptación entre el público. El primero fue en 1973, realizando una muy modesta escenografía y vestuario para Danzón de exequias, versión castellana de Francisco Nieva de L’Écurial de Michel de Ghelderode, dirigida por Juanjo Granda, y el último en 2010: Tórtolas, crepúsculos y… telón, de Francisco Nieva, autor y director del que tanto he aprendido y aprendo [Fig. 10].


5. Es natural que determinados montajes hayan sido, si no más acertados, sí más relevantes, como Así que pasen cinco años, de Federico García Lorca, dirigido en 1978 por Miguel Narros para el T.E.C. [Fig. 11]; Pelo de tormenta, de Francisco Nieva, dirigido en 1997 por Juan Carlos Pérez de la Fuente para el CDN [Fig. 12]; la ópera La señorita Cristina, libreto y composición musical de Luis de Pablo y dirigida por Francisco Nieva para el Teatro Real en 2001; Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, de Ramón María de Valle-Inclán, dirigida en 1996 por José Luis Gómez para el Teatro de la Abadía, o Don Juan Tenorio, de José Zorrilla dirigido en 2000 por Eduardo Vasco.


6. Si he aportado o no algo de interés o novedoso lo han de decir otros. Lo que sí puedo asegurar es que, en la mayoría de los casos, los métodos que he empleado para crear una atmósfera determinada, a veces, no han sido los convencionales o de oficio: provienen ciertamente de la pintura.


7. Como escenógrafo no creo tener un estilo determinado, pues, como ya he mencionado, el tratamiento pictórico va a ser prácticamente el mismo que el que aplico en mis cuadros. Dicho esto, y salvando distancias y soportes, se podría decir que el estilo es un estilo cambiante en el que los elementos arquitectónicos y orgánicos se muestran en continua metamorfosis.


8. Aquí tengo que decir que, por una razón o por otra, siempre me fascinó el trabajo escenográfico de Francisco Nieva. Me han interesado otros, claro que sí; destaco de manera especial el de los cinco pequeños montajes de García Lorca que realizó, hace años, Gerardo Vera en el teatro María Guerrero: un trabajo realmente admirable. También, con objetividad y respeto, he disfrutado de escenografías de Fabiá Puigserver y de Andrea O’Dorico.


9. No tengo un juicio objetivo sobre este tema. Tengo la evidencia de que en este país existen buenos escenógrafos, lo que no quiere decir que todos tengan la oportunidad de demostrar su talento. De existir un “panorama”, éste, de momento, aparecería plano. El concepto de riesgo se muestra inactivo; el colectivo artístico se manifiesta ansioso por acometer proyectos nuevos sin que reciban respuesta alguna, lo que hace difícil obtener una visión global positiva.


10. Creo que el comentario está ya expresado en la novena respuesta. Si acaso, añadiría que, con matices, la problemática es la misma o parecida a las demás áreas del arte. Nunca he tenido claro cuales son las prioridades en casos extremos como los que nos ocupan o preocupan tanto hoy.


11. Anécdotas las hay, como aquella ocurrida hace años cuando hice entrega de los bocetos para la realización de una escenografía y encontrármela, días antes del estreno, totalmente realizada, aunque fuera de escala, hasta el punto de no reconocerla como trabajo mío. Quien se encargaba de la construcción y seguimiento tuvo a bien transformarla sin contar con mi aprobación. En otra ocasión me vi retocando a mano, uno a uno, unos treinta cráneos mal realizados a base de un material malo similar al polyester: o sea, todo malo. Pusimos los “retocados” en primer término y los demás de relleno. Otro dato: de los cien cráneos solicitados nos sirvieron apenas unos treinta. Nunca supe nada del porqué de esta reducción ni de quien tomó esta decisión tan arbitraria.